Leopoldo C. Bahillo Varela

Doctor en Ciencias Biológicas por la USC con la tesis titulada Flora y vegetación de los líquenes epífitos de la cuenca del río Oitavén (Pontevedra). Catedrático de Biología y Geología. Ex-director del IES Camilo José Cela (Padrón) y del IES de Sar (Santiago de Compostela). Cuarenta y dos años de docencia.

¿Nos cuentas una experiencia/proyecto/iniciativa que te influyó especialmente para innovar en tu forma de educar?

Desde el primer día que empece a dar clase, pensé que los estudiantes tenían que estar en contacto con el medio natural, sentirlo y entenderlo. La teoría debía de ser una consecuencia de la búsqueda de respuestas de todo lo que nos rodea. La memoria es necesaria, pero es mucho más importante aumentar la capacidad de “vivir y sentir” la naturaleza. 

El primer año que di clase en la Rúa (Ourense) en 1982, no sabía muy bien que era lo que tenía que hacer para transmitir las ideas de mi materia, debía cambiar la forma de explicar el entorno que nos rodeaba. No fue fácil, tenía que difundir los conceptos de otra manera. Mis primeras excursiones periódicas con el alumnado en bicicleta por “A Veiga do Sil” para conocer su flora y su fauna, fue especial, la ilusión del alumnado y su grado de aprendizaje sobre el medioambiente se vieron favorecidos. 

El curso pasado, mi último curso como docente, quedé gratamente sorprendido al observar cómo el alumnado de 1º de la ESO conocía y respetaba los árboles del jardín del IES, tras un proyecto en el que se pretendía conocer la morfología de las plantas. Esto me demostró, una vez más, que la interacción directa con el medio es fundamental para el desarrollo de habilidades y  conocimientos. Puede que alguno de mis objetivos iniciales se llevaran a cabo a lo largo de estos años.

¿Nos cuentas una anécdota?

Uno de los muchos trabajos que realizamos en el IES de Sar (Santiago de Compostela), fue el análisis de la potabilidad de las fuentes de agua en colaboración con el Ayuntamiento de Santiago de Compostela y Aquagest a principio de este siglo. Recuerdo perfectamente a un alumno de 2º de Bachillerato que antes de empezar a trabajar en esta iniciativa estaba un poco despistado, tenía unas calificaciones desastrosas en la primera evaluación, no sabía que rumbo tomar. En el laboratorio se convirtió en una persona de extraordinaria valía, dió un vuelco a sus estudios, acabó el curso con buenas notas y hoy en día es informático. ¿Quién lo iba a decir? 

El pasado mes celebramos en el IES de Sar el 30 aniversario de su inauguración, al que asistieron numerosas personalidades locales y antiguos alumnos/as, algunos/as son en la actualidad muy conocidos por su actividad artística. Una antigua alumna habló en representación del alumnado que durante los últimos treinta años paso por las aulas del IES, no la reconocía, le di clase en los años 90 del siglo pasado, pero tan pronto se puso a hablar de sus compañeros/as y de las excursiones de Geología, supe a que grupo pertenecía. Era fácil, la colección de rocas que tenemos en exposición en los pasillos la hicieron ellos/as. Comentamos el trabajo que desarrollaba y sobre su vida, como os imagináis en treinta años muchos acontecimientos. La llevé a ver su colección de rocas y al observar el nombre de todos los que participaron, se emocionó, yo también, menos mal que sé disimular. Hizo unas fotos en las que se leía su nombre y el de sus compañeros/as en las fichas de las rocas, y decía: “Se lo voy a enseñar a mi hija”. Fue para mi un momento de orgullo, una de mis alumnas contemplaba, años después, un proyecto que le sirvió para su posterior formación, pues estudió Farmacia.

¿Una reflexión/cita/idea/persona inspiradora?

Dos personas totalmente diferentes influyeron en mi profesión: un farmacéutico, Estanislao Castro,  que me enseñó a desenvolverme en el laboratorio y que siempre confió en mis ideas y mis resultados, a pesar de mi juventud (16 años), y Luís Freire que me introdujo en el mundo de la investigación y de la botánica, gracias a su dirección y sus consejos tuve una idea clara de los conceptos de innovación e investigación. Además, estoy muy agradecido a otros/as investigadores/as, compañeros/as de trabajo y al alumnado que siempre me transmitieron conocimientos y satisfacción de los proyectos que realizamos conjuntamente.

¿Una sugerencia a las personas educadoras para innovar en educación?

La innovación es algo inherente a la vida, si en vez de ese término utilizamos la palabra evolución todo nos parece más lógico. Quedarse sin variar, ser unos fijistas, no parece lo más aceptable en una sociedad que avanza rápidamente gracias a la gran formación de la población. La curiosidad de algunos/as y sus nuevas ideas supusieron y suponen un gran avance de la humanidad. 

Los/as educadores/as somos los encargados de transmitir ideas y técnicas de trabajo adecuadas a nuestro alumnado para lograr que piensen y sean creativos, es nuestra obligación. No nos podemos quedar en la lectura y simple memorización de unos textos meramente descriptivos, tenemos que utilizarlos como el inicio del aprendizaje para conseguir nuevas ideas.

¿Cómo podemos innovar en educación? Es una pregunta de difícil contestación. Si te propones una pequeña investigación con tu alumnado, ésta crece sin querer, y al cabo de los años tienes nuevas ideas, compañeros/as que se unen al trabajo y unos estudiantes entusiasmados y creativos. Seguro que estás innovando.

La falta de medios siempre es un problema, no podemos depender solo del presupuesto de los centros, la administración en este país no dedica suficientes recursos, pero eso es otro tema. Para subsanar este impedimento podemos recurrir a subvenciones que nos ayuden a realizar nuestra pequeñas investigaciones. En la actualidad hay programas europeos y nacionales, e incluso privados que pueden servir para llevar a cabo nuestras ideas. No podemos esperar a que nos lleguen los recursos, tenemos que tomar la iniciativa y  buscar financiación.